Esta ha sido una de esas semanas en las que te preguntas si de verdad ha merecido la pena tacharla en el calendario. La época de exámenes es muy mala, sobre todo para la salud (más que nada los nervios y el sueño). Y tal vez por eso esta semana ha sido tan patética y me encuentro con que no ha acabado y ya tengo ganas de borrarla del mapa.

Pero yo esperaba que esta semana pasase pronto, estos cinco días horribles de exámenes y más exámenes y llegase el fin de semana que yo esperaba con tantas ganas desde hacia un mes o así en el que más o menos había concretado mis planes. Porque aunque el próximo martes aún tenga exámenes, aunque siempre se deje todo para el último momento, este fin de semana no pensaba quedarme estudiando por nada del mundo.

Para eso está el día del profesor, que no se pueden hacer una idea de lo que me encanta tener ese pequeño descanso para poner al día todo lo que no haré este fin de semana, de un modo u otro. Bien pensado se lo merecen, porque las evaluaciones son un duro trago para cualquiera.

Nada de eso importaba en esos momentos porque mañana es sábado 17 de marzo y por lo tanto, San Patricio. Para todo aquel que no lo sepa, San Patricio es la festividad irlandesa más importante... y lamentablemente aunque sea para matarme, no sé cual es el equivalente en España. Es un día en el que todo el mundo quiere ser irlandés, o al menos quiere sentirse un poquito más irlandés, aunque haya gente que se siente así todo el año y no miro a nadie porque es imposible mirar hacia dentro.

Y este año yo tenía un buen plan para celebrarlo ya que, como resulta un poco difícil irse a Irlanda en San Patricio (ahora es cuando me digo a mi misma: "Paciencia Ly que no queda tanto para Julio") y en el Ayuntamiento de Avilés tienen la dura propuesta de convertir Avilés en sede de la música celta, pues como no, iba a haber conciertos. Y rememorar el Festival Intercéltico del verano es algo que me apasiona, así que ya estaba todo arreglado: por la tarde y por la noche conciertos y un poco de locura con la bandera irlandesa una vez más para olvidarse de todas las penalidades y esfuerzos sufridos en estas últimas semanas.

Pero no. Porque las cosas no pueden ser tan bonitas así de repente. El mundo no pasa del negro al blanco del salto sino que necesita el gris. Lo malo es cuando desde mi punto de vista el gris tapa al blanco y me fastidia los planes: este fin de semana mi madre tiene un viaje de negocios a Galicia y tengo que acompañarla. A ella y al resto de mi familia, que ya parece más una excursión que otra cosa.

Razones me ha dado bastantes y sinceramente ninguna me ha convencido. Veo muchos contras en eso de pasar un fin de semana constantemente con mis padres teniendo en cuenta mi semana y todas las otras cosas que me apetecerá o que debería estar haciendo, pero si es San Patricio y yo me iba de fiesta con mis amigos... pues qué voy a decir. Mucha ilusión no es que me haga precisamente. Porque dicen que necesito desahogarme y relajarme y pensar en otras cosas cuando no se dan cuenta de que eso es precisamente lo que iba a hacer.

Así que, frustrada y agotada como estoy y aún un poquito agobiada por los trabajos que tengo que entregar y que están sin hacer, me resigno a ir y perderme mi noche de San Patricio con mi bandera, la música en directo, la Guinness (para que negarlo) y un montón de buenos amigos a los que tengo un poco abandonaditos. Sacad unas cuantas fotos para que al menos vea lo que me he perdido y pueda juzgar por mi misma, por favor.

Y así acaba el viernes de esta semana tan horrible, teniendo que hacer las maletas y saliendo mañana a las 5:30 de madrugada hacia Galicia, lugar que no me atrae especialmente y donde mi madre dice que está el mejor acuario de España a pesar de que yo le he dicho que no, que el mejor está en Valencia y además, en Valencia sí que hay muchas, muchas cosas, que quiero ver.

Después de una mañana que acabó con el comentario realmente frustrante de que no puedo resolver una ecuación de segundo grado dentro de una raíz cuadrada mentalmente porque, supuestamente, "ningún profesor de matemáticas de matemáticas de este instituto puede hacer eso" (cosa que no es cierta) y claro, entonces, yo tampoco puedo. Y he copiado, así que al negárselo me pone otra de prueba, la resuelvo y ¿qué pasa? ¡Qué hago trampa!

No sé si me da más pena o más rabia pero mis sentimientos van de uno a otro de esos puntos en cuanto a las estúpidas matemáticas o más bien, hacia esa persona que es incapaz de darse cuenta de que la mitad de sus alumnos hacen calculos mentalmente mejor que él. ¡Y que yo puedo!