Domingo sola en casa. Hacia mucho que no tenía un día como éste. Siempre viene bien aunque precisamente hoy sepa que me voy a poner nostálgica cuando llegue la hora de la cena y que me repetiré a mi misma "tenía que haber luchado un poquito por estar allí". Después siempre acabo diciendo eso de "ya tendré otra oportunidad" o "es que vaya mala suerte".

Pero una hará lo que pueda y evitará pensar en ello deseando tener acabado el trabajo de griego para esa hora y metiéndome en una sala de cine con muchas palomitas y buena compañía, la que no vuelve a su casa los fines de semana, porque su casa está aquí. Espero que se renueve la cartelera para la próxima semana, que no nos podemos llevar a las niñas a ver películas de tiros, muerte, insultos y sangre (aunque a Cristina no le importaría) el próximo sábado.

La verdad es que, como mi Bixito (ahora que ya no escribes ya me aprendí la dirección a tu página) ya ha notado, agradezco que mis profesores se hayan puesto las pilas rápidamente, o más bien nos hayan obligado a ponérnoslas nosotros. La sensación de tener algo que hacer pero no estar obligada a ello produce vagancia y necesitaba volver a la rutina pero ya. Y la Escuela de Idiomas está a la esquina (para Kevin, que preguntó el otro día en un comentario, estoy en 4º de Inglés).

Y ahora no me queda otra que empezar con las lecturas obligatorias para acabarlas cuanto antes y poder seguir leyendo las cosas que a mí me gusten. Me consuelo pensando que pocas cosas peores pueden existir en el mundo de la literatura que "La Regenta", y si ya la supere el año pasado, podré con cualquier libro que me pongan por muy horrible que sea.

Aunque pensar en "Coplas a la muerte de su padre" de Jorge Manrique no me llena de ilusión. Sobre todo porque leer poesía como lectura obligatoria tiene una pega muy grande: que no te tienes que fijar realmente en si la lectura te parece o no hermosa o agradable, sino que tienes que ir analizando la métrica, el mensaje respecto a su tiempo, volvemos al (no) carpe diem (pero nada de tempus fugit, el libro se hace largo como la eternidad)... Y para qué decirlo, es una forma estupenda de cargarse una poesía ya de por si no demasiado entretenida.

Sin embargo, no me quejo, los estudios tienen su parte buena y mala. Porque vamos a ver, ¿cuánto hacia yo que no iba al Día a hacer deberes? Sí, al supermercado. Mis deberes de griego para el fin de semana (a parte del trabajo...) fueron ir al Día a copiar letreros. Podéis imaginaros la situación: un grupo de estudiantes con una libreta y un bolígrafo mirando cómo se dice en griego chocolate con leche o palomitas para microondas.

Que cuando Esther (la de griego) dijo "De deberes excursión al Día %" creí no haberla entendido bien. "Porque es un supermercado que sólo está en España, Portugal y Grecia y tiene todos los letreros en griego". Pues mira tu por donde no todos, porque el Yogur Griego (de marca Día claro) no venía en griego, una desilusión porque si algo hay que adorar de grecia... es eso.

La mayor sorpresa que nos llevamos fue que l@s emplead@s del Día no nos miraron mal. ¿Estarán ya acostumbrados a qué Esther mandé a sus alumnos a finales de septiembre a copiar carteles? ¿Sabiáis que el Día es un supermercado integrado en el grupo de Carrefour? ¡Les dedicó el título del post por no mirarnos mal!