No entiendo mis apuntes de filosofía. Y no es que entienda mi rápida letra de copiar apuntes que están escritos en medio mensaje de texto para el móvil, medio lengua castellana, sino que no tienen sentido. Tampoco es que no entienda los conceptos porque, afortunadamente, el año pasado me convencieron para estudiar Biología aunque este año haga letras puras y lo tuviera muy claro. Pero ahora lo agradezco, porque la teoría de la evolución es algo muy conocido que es probable que me salve de sacar un aprobado justo en los exámenes de filosofía.

Estas clases son un desastre. Sabía que odiaría esta asignatura porque no me gusta nada el aspecto de seres lentos y pensativos que le dan mil vueltas a todo. Yo también le doy mil vueltas a todo y pienso muchísimo, pero soy más activa. Por favor, que los filósofos poco más y echan raíces al suelo (menos los que van en bicicleta en tren, claro...). Sabía que las odiaría, pero no me imaginaba que me tocaría un inepto para dar clase. Una persona que se lleva la Biblia bajo el brazo y que dice que su novela favorita son textos de Platón (mucho más lógico que llevar la Biblia bajo el brazo teniendo en cuenta que está "hablando" - a veces no sé si habla o no porque no me llegan los sonidos producidos por su boca - de evolución).

La gente nos pregunta qué tal y sonrió y digo: "muy bien... y muy mal". Es que no hay termino medio. Hay clases a las que todos (o casi todos) vamos felices, nos reímos un montón y a pesar de la montaña de deberes que nos manda, nos lo pasamos bien. Y hay otras en las que soltamos el tipo de comentario de "Pfff, ahora toca...". Sin embargo, estoy convencida de que no es la asignatura en sí sino el profesor. Pero yo entiendo que, al igual que para los profesores unos alumnos son preferibles a otros, para nosotros son unos profesores preferibles a otros, así que toca aguantarse.

Aguantándonos va pasando el tiempo que nos acerca ya a los temidos exámenes de noviembre y, mientras tanto, todos vivimos con la agenda constantemente bajo el brazo. En nuestras agendas está nuestra vida: qué actividades tenemos hoy, de qué asignatura tenemos deberes, fechas de entrega de trabajos, las obligaciones en casa, ensayar esto o aquello, llamar a no sé quién para felicitarle en su cumpleaños, buscar este libro en la biblioteca..., y, lo más triste de todo: este fin de semana haremos esto y el siguiente esto, para dentro de tres fines de semana quedamos para ir al cine, yo dentro de un mes quiero ir a este pub el sábado... Poco a poco organizándolo todo y poniéndolo en la agenda para darnos cuenta de que tenemos organizados los fines de semana y la vida en general de aquí a enero. Para empezar el año nuevo organizándolo todo otra vez.

No sé como alguien puede vivir sin agenda.