11.12.07

El gen evolutivo (3ª parte y final)

La venganza era hermosa y tentadora. Allá arriba, mirando a los límites que les encerraban, la idea de destruirlo todo le causaba placer. La idea de la Guerra que se avecinaba no resultaba tan aterradora.

El instinto de supervivencia que la había mantenido activa en los últimos años intentaba anteponerse siempre al pensamiento irracional que ocupaba su cabeza: por mucho que lucharan y por mucho que consiguieran seguirían siendo menos y en este caso la cuestión cuantitativa sí que importaba.

Ella quería viajar y ver ese mundo maravilloso del que la estaban separando. Cada vez era más consciente de la realidad y de la imposibilidad de devolver las cosas a su cauce. Y cuando su irracionalidad se calmaba y su pensamiento se volvía más frío, veía objetivamente que una parte era cierta y otra no. Pero la irracionalidad volvía.

Los años de represión que habían vivido les habían demostrado que su situación iba a durar muchos años y tan sólo pequeños, muy pequeños avances, les podían dar cada cierto tiempo la esperanza que necesitaban.

Tal vez sí que mereciera la pena continuar. O tal vez no. De nuevo sintió el suelo temblando bajo sus pies y en un momento de pánico no supo distinguir si era ella misma la que temblaba. Era la misma escena. Era probable que tan sólo se protegieran entre sí porque solos tenían menos posibilidades, pero ésta era la tercera vez que la cogía de la mano y la arrastraba hacia atrás sin decir palabra cuando ella, indecisa, pensaba en saltar.

También cabía la posibilidad de que hubiera otras razones para que se mantuvieran todos unidos a pesar de ser tremendamente diferentes. Ese era el pensamiento humano que a veces se anteponía a la lógica de una supervivencia egoísta.

No lo sabía realmente, pero cuando comenzó a descender la escalera se preguntó porqué la evolución había decidido entregarles un magnífico coeficiente intelectual caracterizado por un curioso tipo de gen para que el sentimentalismo o la debilidad física acabara por destruirlos.

Quizá sí que fuera capaz de ver ese mundo del que la querían apartar y, sino, manipularlo o destruirlo. Cualquier cosa antes que aceptar que querían apartarla, apartarles. Eso no era una opción en sus mentes. Cada vez que volvían a juntarse y se miraban a los ojos, despacio, los unos a los otros, comprendían que tenían más poder del que el mundo quería aceptar.

3 Comments:

At 12/12/07 4:18 p. m., Blogger Ana Vázquez said...

Me ha gustado, me ha gustado!!!!!k raro el final...pero mola!!

Ns k más poner!
sin tiempo!ala xau!

--((alu))--

 
At 16/12/07 3:13 a. m., Blogger Javier Pellicer said...

INCREIBLE, con mayúsculas. Has creado un relato digno de concurso. Me encanta ese enfoque filosófico que le has dado a todo el relato, es genial hacer que el lector se plantee temas y cuestiones que normalmente no se plantearía. De nuevo, magistral...
un besazo...

 
At 17/12/07 10:53 a. m., Anonymous Anónimo said...

Holas guapísima...

La historia genial, aunque es un final un poco inesperado, e incluso algo indescifrable, pero es una historia muy bonita y con varios significados e interpretaciones.

Muchos besines Ly, y espero que el 2008 venga mejor que el mes de diciembre... ya sabes de lo que te hablo...

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

---annyta---

 

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