9.2.08

Bajo la encina

Corríamos por el margen de la carretera, lo más rápido posible y alejándonos de nuestro pueblo con el afán de querer descubrir nuevas tierras que siempre nos llevaban a los campos de labranza de siempre. Queríamos ver a los hombres y a las muchachas que allí trabajaban de sol a sol, por el simple hecho de observar su duro trabajo.

Paramos sin respiración y vi como otra vez había quedado por detrás de mi hermano Antonio. Con sus ocho años era más fuerte, más grande y más rápido que yo. Pero no perdía la esperanza de alcanzarle algún día, cuando esos tres años de diferencia no significaran nada. Además, a Teresa no parecía importarle que hubiera quedado segundo y con su pelo castaño despeinado y sucio, intentaba descansar y recuperar el aliento.

Su hermana, María, trabajaba en los campos. Teresa la señaló con el dedo y pudimos ver como María, de tan sólo catorce años y que hasta hacía un año aún había jugado con nosotros, se esforzaba por atar la cosecha. La joven estaba sudando y se la veía cansada bajo el abrasador sol de las tres de la tarde. Ni la ropa que le cubría todo el cuerpo ni el pañuelo con el que intentaba ocultar su rostro del sol, impedía que por las noches llorara de dolor por las quemaduras tras una jornada de trabajo.

Todos éramos conscientes de que las niñas que corrían con nosotros estarían en el mismo lugar en unos pocos años y que nosotros haríamos el mismo trabajo que nuestros padres en mucho menos tiempo del esperado. Sin embargo, algunos, como mi hermano y yo, manteníamos la creencia de que la guerra que tanto miedo nos producía acabaría y seríamos capaces de cambiar las cosas. Era la fuerza de la juventud y la inocencia de la niñez.

Teníamos un bando, nuestras familias tenían un bando. No era por cuestión de política sino simplemente el deseo de no morir de hambre durante el invierno. El deseo de poder comer y vestir ropa de abrigo. Después, años más tarde, el bando lo elegí por otra razón.

Ya habíamos recuperado el aliento y pensábamos en la próxima carrera de vuelta hasta el pueblo cuando oímos el ruido. No era muy común ver coches por aquella carretera de tierra y piedras y ya sabíamos que nunca era una buena señal. Queríamos gritar para avisar a los hombres y a las muchachas del peligro que se acercaba, del que no éramos conscientes realmente excepto por la voz trémula de nuestra madre al hablar de ello.

Pero antes de que pudiéramos reaccionar vimos a los coches muy cerca e hicimos lo único que nos sentíamos con fuerzas de hacer: tirarnos entre la cosecha sin recoger, algo alejados de la carretera y tumbarnos allí, muy juntos y en silencio. Los hombres se quedaron quietos cuando los coches pararon ante el campo.

Mi hermano y yo nos incorporamos lentamente sin saber que íbamos a presenciar. Es posible que si lo hubiera sabido no me habría movido. De los coches descendieron dos hombres vestidos de traje y varios soldados. Uno de los hombres trajeados les indicó que se acercaran y, muy despacio, aterrados, los hombres lo hicieron y las muchachas detrás.

Allí, en unos pocos minutos, después de que los coches se hubieran ido, pudimos acercarnos y ver los cuerpos sin vida, fusilados, de tres hombres y dos muchachas de apenas quince años. Corrimos de vuelta al pueblo y, en aquella carrera, yo gané a mi hermano.

Mi padre y el de María enterraron a los hombres y a las muchachas bajo una encina donde ahora, setenta años después, deben de seguir sus restos.

Relato inspirado en un recuerdo de mi abuelo.

Feliz cumpleaños a mi bixito, ¡te quiero!

6 Comments:

At 9/2/08 4:33 p. m., Blogger Ana Vázquez said...

Relato muy profundo y trágico. Vivir eso debe de ser horrible. No voy a patinar snif snif. Podías pasarte por el blog ejem ejem...

 
At 9/2/08 4:33 p. m., Blogger Ana Vázquez said...

Ah, felicidades a Bixito!

 
At 9/2/08 8:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

Enhorabuena, Lyra!!!! Tienes madera de escritora, redactas muy bien. Buena la narración en primera persona, bien descrito el paisaje y la construcción de los personajes. Animo y no dejes de escribir. Un beso

 
At 10/2/08 12:03 a. m., Anonymous Anónimo said...

Graciaaaaaaaaas!!

hablamos mas despacio =)




ti volgio bene (k)

 
At 10/2/08 12:13 p. m., Blogger Ana Vázquez said...

Llevo ya tres comentarios en esta entrada...mi madre!!No es que tengamos una capacidad deductiva de la vírgen es que si nos ponen las cosas a huevo, con lo bien que solemos pensar, pues eso...XD!

Jaja bombazo!!llamaste a Ana??

Si escribí sobre eso fue por Sourin que quería saberlo...

 
At 12/2/08 1:40 p. m., Anonymous Anónimo said...

Sigo diciendo que deberias de escribir un libro...o por lo menos un libro de relatos cortos.....estoy seguro que ganarias cualquier concurso literario....muy buen texto

un beso

Sourin

 

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